Los sitios -y plataformas- de redes sociales y sus peligros

Hace días que vengo pensando en eso que he comentado en este mismo blog sobre la necesidad de revisar los usos que las personas dan a las plataformas -y sitios- de redes sociales en particular y de internet en general. Esta necesidad va siendo aún más imperiosa con el paso de los días en un contexto en el que cada vez es mayor el uso de la presencia pagada en internet para la fomento, generación y difusión de tendencias entre los usuarios de esta tecnología.

Los sitios -y plataformas- de Redes Sociales y las tendencias entre los usuarios.

Días atrás comentaba en una conversación informal mi particular convicción de que no hay tantas personas con determinados gustos como se nos quiere hacer creer desde los distintos medios de comunicación de marketing. Analicemos el caso del público consumidor de, por ejemplo, revistas del corazón. Creo que según sea el entorno en el que nos desenvolvemos, podemos llegar a la conclusión de que interesarse por el quehacer diario de los actores y actrices norteamericanos llamados a sí mismos “estrellas de cine” es algo que es genuinamente humano, es decir, inherente a todos y a nuestro espacio-tiempo. Sin embargo, creo que eso no es más que una creencia, infundada además, pero bien sustentada en la información que a diario recibimos por, por ejemplo, la televisión y la prensa escrita, internet o la  misma radio. Igual ocurre, por ejemplo, con la información bursátil: ¿A cuántas personas que conozcamos les interesa -realmente- la información bursátil? Creo que buena parte de nosotros diría que a muy pocos. Sin embargo, prácticamente todos los noticieros de televisoras internacionales dedican un espacio -en tiempo de locutores o a través de los generadores de caracteres- para “informarnos” sobre el estatus de una suerte de “mercado” que para muchos es mera ficción.

Hoy día que la integralidad entre las distintas aplicaciones de la llamada Web 2.0 (Twitter, Blip, Last.fm, Delicious, Meneame, Facebook, lectores de Feeds y otros) es un hito hacia el que se avanza de modo indetenible. Este hecho, creo que día con día lo veo de un modo más claro, no ocurre de forma desinteresada o, al menos, sin un propósito claramente visto por intereses corporativos. Los tuertos del grupo casi siempre acaban viendo antes aquello que los ciegos, aún teniéndolo enfrente, no llegan a olerlo.

De modo que la integralidad, casi de forma indetenible, parece conducirnos también a un ciclo en el que acabamos nutriendo de modo ciego un sistema de establecimiento programado de tendencias de consumo. Recibimos anuncios en nuestros mails, en Facebook se nos difunde -casi de modo virulento- determinadas aplicaciones, anuncios, videos o ideas, del mismo modo se difunde a través de blogs -no puedo negarlo- tendencias, opiniones, posiciones que son dadas por ciertas, porque mientras más personas vean un blog, por ejemplo, más “autoridad” tiene esa persona para decir y diseminar aquello en lo que piensa. Rumores, noticias, patrones de uso, patrones de consumo, opiniones … son difundidos últimamente de un modo mucho más veloz y nervioso, “gracias” a las plataformas y sitios de redes sociales.

El tema del uso de internet pareciera entonces obedecer a una pregunta, si se quiere, anterior y que tiene que ver con las capacidades mismas de los individuos para trascender a su caracter individual y adherirse a un quehacer colectivo distinto al borreguismo del consumo guiado, y la generación de esas capacidades a través de procesos de formación del ser humano.

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