“A veces las palabras se posan sobre las cosas como las nombrándolas”
Ángel González
Hace algunos días decidí seguir la práctica de alguien a quien admiro mucho -y no en secreto- sobre las listas electrónicas. Esta chica comentaba, muy serena y contenta cuánto le había ayudado alejarse un poco de ciertos remolinos que a veces ocurrían en las listas electrónicas o, al menos, eso creí entender de su práctica que, por estos días, pretendo imitar.
Cuestiones personales aparte, recientemente en la lista de discusión de Canaima se hizo un hilo con un interesante debate sobre si la distribución Canaima y las computadoras quasi-homónimas debían o no llevar el logo de “Hecho en Socialismo”. Pensaba dejar esa discusión como quedó porque tomó unos derroteros insospechados que permitieron -tristemente- que el sentido inicial se desviara. Sin embargo, retomé esta idea ayer cuando la lectura de este post en Huntig Bears me hizo desenfundar de nuevo la pluma para escribir algo al respecto.
Bien, en primer lugar debo decir que comparto con Luis la postura de la no necesidad de “aplicar” este sello a todo lo que se haga o produzca (como si se tratara de ganado que es marcado por sus dueños para ser identificado entre otros), pero creo que hay argumentos que postula Luis que a mi realmente me resultan de poco peso. Dedico este post a mostrarlos aquí porque su blog tiene un problema técnico conmigo y no me deja colgarlos allí directamente. Espero pueda mostrar aquello que me resulta más relevante en esta discusión.
Cuánto recuerdo aquellos lejanos días (en realidad muy cercanos) en que me caí -casi- a golpes filosóficos con quienes defendían (y siguen haciéndolo) aquello de que “Canaima es un proyecto socioproductivo…” mientras yo pretendía decirles que no puede haber tal cosa mientras no opere una propiedad genuina y asumida sobre los medios de producción por parte de quienes operan sobre ellos. Y cuando hablo de propiedad, confío en Dios se entienda que hablo de algo más que de una simple factura de compra de una computadora: hablo de una absoluta y genuina aprehensión sobre el objeto y la tecnología que nos sirven para operar sobre el hecho tecnológico -de vuelta- No terminé arando en el mar por lo que veo, aunque la cosa -para mi- haya terminado al menos por los momentos como se ha visto suspendida … por ahora.
Dices: “hereda (y comparte gustosamente) la Filosofía del Movimiento del Software Libre: la defensa de la Libertad del Conocimiento y la abolición de las prácticas privativas de las grandes empresas del Software” Y me permito aclararte lo que aspiro se entienda no como una crítica personal a nadie y sólo como una visión sobre el tema:
- Desde mi punto de vista no existe tal cosa en la “filosofía” del software libre, si tal cosa como “filosofía” pudiera estar en una misma frase de modo serio y a conciencia con el sujeto “software libre”. Me explico: hay un ideario sobre el software libre, qué duda cabe de ello? desde luego ninguna. Con frecuencia al ideario de alguien o de un grupo le decimos “filosofía” pero eso no es algo -ni remotamente- cercano a la filosofía entendida como la búsqueda por la vivencia plena del amor por el saber. Aunque esta carencia de la búsqueda del amor pleno por el saber no existe en todos y todas los desarrolladores de SL por igual (hablemos sólo de este “sector” dentro del SL aunque bien sabes que abogo porque se deje de ser tan parcelados de modo de pensar), lo cierto es que, en términos generales, la gente no-se-cuestiona-el-contenido-de-las-4-libertades más allá de “evaluar” si X aplicación las cumple o no. Esto, definitivamente no es un apego por la búsqueda del pleno amor por el saber. Es más, te diría que, pese a toda la curiosidad que genuina e inherentemente habita en cada activista de Sl que tiene pleno uso de su actitud hacker ante la vida, hay un también tradicional genuino y cada vez más ridículo y reductivo -sin embargo- apego por el repeluz hacia la reflexión crítica y constructiva que, por acción de la inducción-deducción, se oberva en toda actitud de búsqueda del desarrollo pleno del amor por el saber. Dicho lo cual,
- Eso de que “la defensa de la Libertad del Conocimiento y la abolición de las prácticas privativas de las grandes empresas del Software” no es, ni mucho menos, interés genuinamente adscrito (es decir, de origen) a las cuatro libertades. Esas libertades, de origen insisto, buscan burlar el cerco de las licencias. Este deseo no se oscurece porque no busque la emancipación del ser humano del yugo que supone el secuestro del conocimiento por parte de terceros (compañías internacionales, si, pero también profesores y profesoras de escuela, leyes, compañeros de activismo, por ejemplo y otros más) pero, sencillamente, no es inherente a las cuatro libertades. En otras palabras, los fundamentos del software libre se han visto sumamente enriquecido por nuestro empeño como activistas venezolanos o, mejor digo, por el empeño de algunos de nosotros y cada vez más, en adosarle la búsqueda que esas libertades tengan su reflejo e impacto en el hecho social y trasciendan el marco neoliberal que las produjo para permitirse, de algún modo, insertarse en nuestro proyecto de nación. En otras palabras, hay que ser muy ingenuo para pensar que los “padres” de las libertades del SL -a quienes hemos escuchado varias veces decir que éste no es político- hayan podido prever en su momento el impacto que esas ideas tan genuinamente catalizadoras de estos procesos tuvieran, en nuestros predios, el impacto que vienen teniendo. El SL no busca abolir un sistema de grandes empresarios del software”, busca una puerta trasera o delantera -no lo se- por la cual poder posibilitar la recuperación -eso sí- del caracter genuinamente libre y abierto no sólo del software (y he aquí la potencia de ese ideario aún si se vio originado en otro entorno político y sociocultural distinto al nuestro), sino de la tecnología.
En algún plano nos cruzaremos. Mientras, desde esta trinchera se seguirá abogando por intentar poner algunas cosas en el sitio que corresponde para, desde allí, avanzar hacia el posible arraigo social de estas ideas. Un abrazo.