(Ponencia a ser presentada en el V Foro de Conocimiento Libre. Puerto Ordaz. 23 de noviembre del 2007)
¿Qué es el conocimiento?
Las referencias que encontramos al término “conocimiento” son muy variadas:
- Entendimiento, inteligencia, razón natural. Noción, ciencia, sabiduría (http://buscon.rae.es/draeI/)
- Un conjunto de datos sobre hechos o verdades, o una información que se obtiene por experiencia, por introspección o por aprendizaje, los cuales sujetos a la apreciación de la posesión del individuo tienen un valor mayor que por si solos (es.wikipedia.org/wiki/Conocimiento)
- Un sistema que explica las relaciones entre el pensamiento y los objetos, y entre el hombre y el mundo (www.oit.or.cr/bidiped/Glosario.html)
- Un elemento intelectual que puede ser evaluado como representativo de la realidad del mundo, luego de un largo trabajo de reflexión sobre las percepciones y representaciones. El conocimiento, en tanto que adecuado a la realidad, permite actuar concreta y eficazmente. Conocimiento NO es Creencia. (psychobiology.ouvaton.org/glossaire.es/es-txt-p06.20-02-glossaire.htm)
- Reflejo de la realidad objetiva percibida por el hombre a través de sus formas sensoriales y racionales fundamentales, y verificado por la práctica individual. (www.uh.cu/facultades/fcom/portal/interes_glosa_terminos.htm)
Sin embargo, el conocimiento deriva de un proceso constante de aprendizaje del ser humano fundado entre otras cosas, en la reflexión sobre aquello que le rodea (objetos, hechos, relaciones, circunstancias, acciones, reacciones …). Pero al mismo tiempo, el conocimiento aporta el piso desde el cual la persona observa su entorno y reflexiona sobre él.
En ese sentido, el conocimiento no es sólo aquello que se adecúe a la realidad, puesto que la realidad no pareciera ser una sola, sino aquello que resulta del análisis y la observación de la persona y que es definida por éste como tal: realidad, y por tanto, diversa y variada como diversidad y variedad de interpretaciones hay sobre cuanto ocurre.
El conocimiento es producto y es insumo del proceso de aprendizaje. Producto porque el proceso de aprendizaje conduce a un cultivo del conocimiento, e insumo porque el conocimiento cultivado permite crear el sustrato para el aprendizaje.
Pero además, el conocimiento no es algo exclusivamente generado y verificado por la práctica individual. Por el contrario, la porción de conocimiento que se obtiene y verifica a través de prácticas individuales es muy poca en comparación a aquella que cuando llega a ser asimilado por el individuo ya ha pasado por la digestión del colectivo.
Este proceso de asimilación del conocimiento por parte del colectivo y de transmisión nuevamente a la persona está, qué duda cabe, fortalecido, y también condicionado, por procesos de aprendizaje, formal e informal, y todo este entramado de aprendizaje, acción, reflexión, sustentado en el conocimiento previo y en el que se genera de ese proceso, contribuye al desarrollo del ser humano.
Los procesos de aprendizaje, están, pese a los vicios que podamos señalarles hoy día, vinculados de modo estrecho al desarrollo del ser humano, tanto desde el punto de vista biológico como desde el punto de vista más intrínsecamente vinculado a la condición de ser humano (ser en comunidad, la comunidad de los otros, los humanos).
Y siendo que el conocimiento, como se ha dicho antes, es producto e insumo de los procesos de aprendizaje, no es osado afirmar que el conocimiento es un elemento inherente al quehacer de la persona en tanto que ser humano y, por tanto, es definitivo en la construcción del Desarrollo Endógeno.
¿Dónde la libertad del conocimiento?
Si el conocimiento no es un derecho sino una condición innata en el ser humano, entonces ¿dónde la libertad que tanto se anhela y se busca hoy día?
Básicamente el conocimiento ha sido tratado como producto, como mercancía con distintos valores de uso e intercambio en una suerte de mercado en la que ocurre que algunos “tienen” conocimiento y otros “no tienen” conocimiento. Los que “no-tienen” buscan “tener”, y a partir de allí, todo gira en torno al modo en que emergen procesos de intercambio de conocimiento de distinta índole y en sus múltiples manifestaciones. Esto ha ocurrido, fundamentalmente por condiciones socio-históricas gracias a cuyo devenir el conocimiento ha ido paulatinamente parcelándose, especializándose y reservándose, permaneciendo secuestrado en espacios de la sociedad reservados a unas élites (económicas o de méritos como en el caso de aquella que sustenta el actual sistema de educación superior). Ese mercado no es sólo un bazar … es la escuela, son los medios de comunicación, son las universidades, son los libros… es casi todo lo que conocemos por mundo social.
Pero además de la idea de intercambio, el conocimiento así secuestrado adquiere también el carácter de “propio”, en la medida en que se ha admitido con mayor o menor resistencia que el conocimiento ocupa un “lugar” y que ese “lugar” está resguardado de “otros lugares” por intermedio de algunos intereses (económicos fundamentalmente) y que quien lo resguarda es “propietario” del conocimiento así mantenido gestionándolo como tenga a bien hacerlo. El conocimiento puede poseerse y en esos términos, es de quien lo posee, además se ha erigido un sistema legal de protección de estos “derechos” (llamado propiedad intelectual). El conocimiento así visto es un derecho, no una condición innata. En este contexto, la idea de la gestión del conocimiento en su concepción tradicional hace referencia a modos de organizar, distribuir, compartir y utilizar en conjunto el conocimiento, ignorando que tales prácticas hacen referencia casi en exclusiva a un paradigma de conocimiento que contraría los objetivos mismos que dicha gestión de conocimiento persigue: la eficacia y la eficiencia de los procesos, puesto que flacos favores se hacen a la eficacia y la eficiencia si no se reconoce ni se da cuenta del proceso que ocupa al personal a través del cual el conocimiento “pasa” en el proceso de “gestionarlo”, amén de que se entiende allí al conocimiento como una mercancía que es capaz de ser objeto de procesos similares a aquellos vinculados con la gestión de recursos materiales.
Lo cierto es que el apellido de “libre” otorgado al conocimiento, no hace sino poner en evidencia la carencia de aquello que nos resulta socialmente más necesario: nuestro desarrollo como comunidad ha de estar sustentado en procesos sinergéticos de aprendizaje donde el conocimiento sea resultado y sustrato, sin embargo ello no es posible si no a través de una teoría y una práctica de libertad sobre la noción de conocimiento que tenemos como sociedad, y ello contraviene, de manera clara además, las nociones básicas de organización de las sociedades en las que habitamos. En otras palabras, la lucha por la libertad del conocimiento se deriva de un reconocimiento tácito de que el conocimiento se halla secuestrado, básicamente, por dos ideas-fuerza: a) el conocimiento tiene dueño y b) por tanto es intercambiable.
¿En dónde estamos pues, si asumiendo que el conocimiento libre es la única puerta hacia el desarrollo, reconocemos que se encuentra secuestrado?
La idea de Conocimiento Libre surge, cuando menos, de una ingenua extensión de la idea del Software Libre. Sin embargo, a diferencia del segundo, para el Conocimiento sencillamente no es posible hablar en términos de las “cuatro libertades” (uso, análisis, distribución y modificación), puesto que el conocimiento no es una mercancía o un producto comercial, y su existencia en la sociedad escapa de cualquier control posible que permita verificar el cabal cumplimiento de las cuatro libertades que existen en torno al Software Libre.
Es importante hacer aquí un inciso para mostrar como esas “libertades” aplicadas a la gestión de conocimiento en torno a las licencias de software libre son, en el fondo, ideas liberales que no contribuyen, por si mismas, a la adecuación de la propuesta del software libre a una propuesta de sociedad endógenamente desplegada y con el conocimiento emancipado como base.
Sin embargo, seguimos hablando de CONOCIMIENTO LIBRE.
¿De qué está secuestrado y dónde?
Desde siempre, el conocimiento ha estado acaparado o secuestrado por las élites que detentan algún tipo de poder. En un principio eran élites religiosas (las que, entre otras cosas, transcribían los textos de aprendizaje del trivium y del quadrivium), económicas (a raíz de los primeros intercambios comerciales impulsados por los descubrimientos y el enriquecimiento gráfico de las cartas geográficas), y políticas (a través del dominio de las artes bélicas y financieras del Estado). Hoy día el conocimiento también se encuentra secuestrado en virtud de su parcelización y enfermiza especialización que le concibe, necesariamente, como mercancía de intercambio voraz entre quienes quieren acceder a él. En estos términos, la realización posible del ser humano sólo puede alcanzarse a través del esfuerzo personal, de un individuo que se encuentra, por el devenir histórico, disociado, enajenado de su entorno, y reconociendo como único conocimiento posible y deseable, aquél que conduce a la sabiduría y al reconocimiento social de que se posee.
Cuando el conocimiento se concibe como mercancía con propietario, se le dota de un criterio de valor de intercambio cuya emancipación oculta una dificultad mayor al desconocer de antemano aquellos factores de los cuales se quiere liberar al conocimiento.
Bien, en primer término, ciertamente habría que dilucidar los espacios en que el conocimiento no es libre y, por tanto desde su secuestro, no ocurre en procesos individuales y colectivos de aprendizaje como garantía y sustento del Desarrollo Endógeno.
En segundo lugar, habría que dilucidar los modos y formas en los que desde su secuestro, el conocimiento avanza en el mercado para ser objeto y sujeto de intercambio como un bien de consumo más.
En este sentido, el conocimiento vinculado con la generación de soluciones socialmente aplicables, cada vez más es objeto de reclamos sobre la propiedad de su origen (industria farmacéutica, química o de la innovación por ejemplo), pero también aquél vinculado a la divulgación básica de actividades culturales naturales del ser humano como aquellas que devienen del uso del lenguaje escrito o musical. En ambos contextos, se fusiona el carácter mercantilista que se oculta tras la visión liberal del conocimiento, junto con aquella que lo concibe como un producto con un dueño y que le sirve a la primera.
En esos términos, el conocimiento es un eslabón fundamental en el proceso de construcción colectiva de elementos constitutivos del Desarrollo Endógeno, y allí, los procesos de aprendizaje que ocurran en las comunidades no sólo no pueden sucederse a espaldas de la construcción del conocimiento de éstas, sino que no pueden ocurrir de modo individual. La garantía de la libertad y apertura del conocimiento como características originarias y genuinas de éste, lo constituyen en un elemento pilar fundamental del proceso de desarrollo endógeno y construcción social en el que nos encontramos a lo largo del proceso de emancipación que, como seres humanos y como sociedades construimos hoy día.
¿De qué despliegue del ser humano hablamos?
¿Un ser humano arrollado?
Desarrollar = des arrollar = des doblar = despliegue
El ser humano es, por definición, un cúmulo de potencialidades y de vocaciones, tanto biológicas como sociales y políticas. En este sentido, tanto las potencialidades y las vocaciones se encuentran en una suerte de estado de latencia hasta que no ocurran en el entorno las condiciones propicias para que estas afloren.
En estas condiciones, el ser humano, la persona, se encuentra “arrollado” sobre sí mismo como un animal que, para protegerse se muestra como una pequeña pelota, hasta que el entorno muestre circunstancias que puedan adquirir una forma apropiada para su desenvolvimiento como ser vivo.
El Desarrollo Endógeno posibilita que el ser humano se despliegue como tal en términos respetuosos con el medio ambiente (social y físico) en el que se encuentra inmerso.
El Desarrollo Endógeno está sustentado, fundamentalmente en la asimilación de varios tipos de conocimiento por parte de la comunidad (social, institucional, organizacional y técnico) y estos, a su vez, están soportados por diversos procesos de aprendizaje, tanto formales como informales que posibilitan el diálogo entre los saberes que se aprenden y aquellos que son parte intrínseca de las comunidades como parte indisoluble de su despliegue en tanto que tales. Esto conduce a entender que todo Desarrollo Endógeno no acaba en el logro de beneficios naturales sino que debe permitir avanzar socialmente hablando hacia el logro de
Decisión local, control local, y retención local de beneficios, como condiciones irrenunciables de los procesos endógenos de desarrollo
gracias a los cuales tanto la generación de conocimiento como los mismos procesos de aprendizaje de los que este devenga y hacia los que conduzca, redunden en el afianzamiento del arraigo local de las sociedades y los individuos con su entorno.
El conocimiento que es resultado y sustento de esos diversos procesos de aprendizaje (el ser humano siempre está aprendiendo y ese aprendizaje se sustenta en el conocimiento), no puede ser de otro modo sino originariamente libre para poder garantizar que los procesos que en ocurran en las comunidades conduzcan, definitivamente hacia el despliegue de las comunidades como escenarios del quehacer humano. Así, el conocimiento está vinculado al desarrollo del ser humano como persona y como colectivo, y allí, para tributar a ese desarrollo no cabe otra condición que la de su libertad.
La tarea entonces es la de la emancipación del conocimiento de aquellos espacios y modos en los que se halla secuestrado, entendida la emancipación como el proceso de liberación de cualquier clase de subordinación o dependencia.