Aunque no nos lo parezca, no hay nada que me evidencie que, al llegar el día que se espera, las cosas no terminen ocurriendo como deban ocurrir. Lo que quizás si resulte nuevo es que aunque intentemos, nunca logramos anticiparnos del todo a los modos en que la vida se desplegará en cada momento, y apenas, si contamos con algo de suerte, podemos atinar a ver cómo van ocurriendo las cosas.
Lo cierto es que a ojos de otros y otras, el día en que se presenta una idea que catalogamos de doctoral y está escrita en un libro, es un momento de tal repercusión que al finalizar, una acaba con un gordito menos en los hombros, por el peso que se quita de encima.
En mi caso, esto es parcialmente cierto, pues en Estudios Abiertos, haber concluido el libro y haber hecho su presentación ante pares, no ocurrió con el propósito único y principal de cerrar el ciclo, sino con la perspectiva genuina de, al menos, trasladar algunas inquietudes en la audiencia y recibir de ésta sus mejores dudas hechas desde la aproximación sincera de quien quiere sentirse, y de hecho se siente, parte de ese espacio y lugar.
Esas páginas recogen una parte de lo que he sido y agradezco enormemente haberme permitido que así haya sido y haber recibido el gentil jalón de orejas necesario de mi tutora, señalándome la necesidad de sacar mi voz, en lugar de ocupar el libro con unas buenas reseñas de otras y otros.
La presentación de la idea doctoral, entonces, saltó desde un resumen grueso de lo que he venido siendo en términos de intereses de investigación y en desempeño profesional en los últimos años. En este enlace Desarrollo, turismo y conocimiento libre puede consultarse el documento de la presentación. Advierto que muchas cosas no se entienden por si mismas y pueden requerir escuchar la presentación completa.
Un énfasis especial mereció tanto en la exposición como en el libro, el Conocimiento Libre como eje problematizador porque, en definitiva, no sólo es para mi una gran casa donde se habita y se hace morada, sino también una ventana desde donde mirar el mundo y cruzar historias con otras y otros.
Desde esa perspectiva, entonces, invitaba a quienes asistieron a pensar al desarrollo endógeno y al turismo. Seguramente el tiempo se hizo chiquito para poder mostrar todas las aristas que se disponen a pensar y nos motivan a pensarnos como espacios vivos que se articulan, moldean y rearticulan mientras se piensan en colectivo, pero en todo caso resulta urgente asaltar cualquier espacio para que invitaciones así ocurran.
Pero, dado que me aproximé a la presentación del libro como un espacio dialógico e inquieto, con aspiraciones de comienzo de construcción de lenguaje común en torno a los temas abordados, quiero abrir un compás aquí para presentar algunas reflexiones compartidas por el Comité de Convalidación, porque estoy convencida de que sirve también para iluminar espacios que bien pueden ser nuevas lecturas y escrituras.
Y esa luz, viniendo de personas con quienes he compartido espacios de vida de distinto tenor, alcance e intensidad, y con proyectos que en alguno de los casos nos reúnen y proyectan, resulta aún mucho más comprometida y esclarecedora.
Marianicer Figueroa:
Con Marianicer he compartido varios espacios desde hace algunos años, desde escritos compartidos, hasta charlas, seminarios y lugares de construcción política y de acción social en donde nos convocamos para reinventarnos junto a Marx Gómez, el otro comunalizador de conocimiento. Fue especialmente bueno acompañarnos en los procesos doctorales que nos han ocupado los últimos años, y especialmente necesaria su mirada sobre lo dicho y escrito porque si algo compartimos es el sabernos en formación desde el activismo por el conocimiento libre.
Marianicer me pidió abordar varios aspectos que intentaré enunciar a continuación:
- ¿Cómo, en el lenguajeo entre actores locales (institucionales) el tema de las jerarquías de la micropolítica se superpone en la acción colectiva y cómo incide en la creación de conocimiento?
- ¿Cuáles serían los desafíos para las instituciones públicas en el lenguajeo que se propone como necesario a construir?
La respuesta, en el primer caso, intenté construirla a partir del relato sobre la experiencia en formulación de normativas y políticas públicas en pro de las tecnologías libres y del conocimiento libre. En esa experiencia, he interactuado con activistas con cuya causa me identifico y también con funcionarias y funcionarios al servicio del Estado.
Allí, comentaba, se ha hecho evidente que si un saldo dejan esas jerarquías dentro de la micropolítica de cada espacio, es el aprendizaje sobre lo operativo de esos espacios que no nos son siempre familiares o afines y, además, el aprendizaje sobre las tensiones y distensiones que ocurren, pues así deben hacerlo, entre quienes intervienen. Señalé no ver en esas tensiones un aspecto negativo, como solía verse sino, por el contrario, un aspecto positivo a identificar dentro de la formación ciudadana en la hechura de acciones de política.
En el ejemplo más reciente que nos reunió, la propuesta de una Ley de Acceso Abierto y Difusión Libre del Conocimiento, este aprendizaje se hizo aún más evidente en el intercambio ocurrido durante el trabajo con la Comisión Técnica y la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Asamblea Nacional durante el 2014 y 2015. Tal y como lo relaté, logramos identificar aspectos claves de la acción política marcados por el aprendizaje desde formas básicas de construcción de leyes, hasta la identificación del marco de referencia de las instituciones involucradas en el tema y de sus modos de acción política. Las tensiones emergentes derivadas de las jerarquías establecidas desde una comprensión de la pertinencia de actores, o la validación de sus actores y la percepción de las posibilidades de una interacción conjunta vinieron, sin lugar a dudas, establecidas desde la construcción de un sociolecto institucionalizado particular de actores políticos, según el cual vale más un aporte realizado por un/a docente universitario/a que por un/a activista lo cual, a su vez, resulta reflejo directo de una concepción hegemonizante del conocimiento y su rol social.
En este contexto, entonces, uno de los desafíos más importantes para las instituciones es, sin lugar a dudas, favorecer, propiciar y fortalecer procesos de aprendizaje institucional que logren subvertir las ideas
Alejandro Ochoa:
Con el Prof. Ochoa compartí hace algunos años la construcción y desarrollo del proyecto de Red de Aprendizaje en Desarrollo Endógeno, articulada por Fundacite Mérida. Fue el primer contacto que tuve con el desarrollo endógeno y significó el inicio uno de los más permanentes cuestionamientos sobre el desarrollo y sus aristas. De ello se derivó no sólo la experiencia de recorrer 16 de los 23 municipios del estado Mérida, sino la escritura de un libro y la reflexión posterior en torno al desarrollo como problema incorporándolo a mi experiencia como activista por el Conocimiento Libre y en los últimos años, a investigaciones en el campo del turismo.
El Prof. Ochoa, intentó hacer una reflexión sobre varios elementos que señaló como oscuros en el trabajo, porque no se veían y, quizás entonces, el reclamo era hacia su visibilización.
- La trampa que suponía el uso de dispositivos, vestidos con mácula de positividad, en discursos sobre conocimiento, política y economía. En ese sentido, su pregunta se centró en indagar ¿hasta dónde el trabajo presentado estaba atrapado en la búsqueda de dispositivos? Habló del desarrollo como trampa en el desarrollo endógeno, y del turismo como trampa también en su desarrollo discursivo.
- El hecho de que un espacio ontológico como el mostrado no ocurriera sin un espacio epistemológico.
- La necesidad de comprender que el término economía social del conocimiento no terminaba de resolver el tema del conocimiento libre.
- Y la más curiosa de todas las interrogantes , preguntar lo que a mi juicio “podrían pensar Dussel o Boaventura de Sousa Santos, sobre el libro presentado”. Con respecto a esta pregunta, confieso aún hoy sentirme en una suerte de “deuda de comprensión” pues no alcanzo a prever su propósito.
La primera pregunta la respondí poniendo en evidencia el hecho de que se hace necesario el uso de esos dispositivos para poder transitar en la comunicación. De alguna forma, comenté, el libro construye un esbozo sobre las limitaciones de términos como desarrollo y turismo. Sin embargo, resulta prácticamente inevitable construir un discurso que no recurra a términos que se hallan entrampados. En ese contexto, lo que corresponde es denunciar sus limitaciones y plantear su re significación.
Con respecto al segundo planteamiento, resulta evidente, alegué, que el ámbito del ser (lo ontológico) se perfila desde un espacio del conocer y del conocimiento (lo epistemológico). Algo que no sólo no se negaba en el discurso de los planteamientos hechos en el libro, sino que también se hacía evidente dentro del planteamiento de la exposición. No me es posible desvincular mi comprensión y el modo en que me aproximo al conocimiento, sin asociarlo a una forma en la que he devenido como sentipensante del activismo por su emancipación.
Con respecto a la tercera pregunta, efectivamente, sería osado pretender que la economía social del conocimiento, por si misma, puede dar cuenta de toda la fenomenología en torno al conocimiento libre, sin embargo, ayuda (mucho) a enunciar que hay todo un entramado económico que encierra dinámicas y factores productivos que inciden en el secuestro del conocimiento, de un modo artificial y, además, conducido.
Con respecto a la última interrogante. Resulta aún desconcertante. En todo caso, sigue resultándome, como dije durante la defensa, más alentador, conocer la opinión sobre el documento de aquellos/as que han estado cerca durante el proceso de su hechura.
Myriam Anzola:
La prof. Myriam ha tocado mi historia en distintos giros del universo. Con roces de mundos fugaces pero nunca indiferentes, he podido ir armando mi propia visión de cómo se logra tejer un proyecto en torno a la vida que con su obrar lo alimenta.
Myriam, como ella misma señaló en su introducción, plantea preguntas porque “los amigos están para ayudarse, y por eso se preguntan“, entre lo planteado, sin duda dos espacios de reflexión necesarios:
- ¿Cómo se vinculan los estudios abiertos con el conocimiento libre? señaló no creer que ocurría por la vía de la virtualización como se señalaba en ocasiones, y esperaba poder ver luces al respecto.
- Cómo puede construirse una ciencia, que también es escenario para las vocaciones locales, lo cual es necesario, según varios diagnósticos realizados, en especial uno local realizado por Fundacite Mérida hace unos 26 años, en armonía con un turismo que a ojos visto, no existe aún.
La primera pregunta busqué responderla por la vía de la construcción de las comunidades de aprendizaje como espacios propicios para la cocreación pero que, lamentablemente, no escapaban de exhibir las mismas jerarquías de las relaciones interpersonales fundamentadas en el respeto por los títulos, que se presentaba en las universidades con programas de formación tradicionales. En ese sentido, abogué, la creación intelectual de todas las comunidades de aprendizaje debiera hacerse libre y emanciparse. La creación intelectual dentro de las comunidades de aprendizaje debiera abrirse a la libre remezcla y adaptación en cada espacio y en todos los espacios. La expectativa de que alguien organice la actividades dentro de las comunidades de aprendizaje, porque otros/as reconocen que sabe o tiene méritos académicos para hacerlo, es contrario a esta idea y es parte de las prácticas que hay que buscar revertir desde las propias comunidades de aprendizaje.
Con respecto a la segunda pregunta, queda claro que una de las primeras tareas a acometer es deslindar a la ciencia de su ataviaje elitesco, y comenzar a rehacerla desde el proceso extraordinario y excepcional que ahora es, para convertirlo en algo cotidiano e inherente al quehacer diario de todas y todos. En este contexto, además, la creación intelectual cambiaría totalmente la dimensión en la que ocurre y se expandiría al reconocimiento por parte de todas y todos, de aquello que se produce en cualquier ámbito cotidiano.
Por otro lado, considero que convendría iniciar la revisión, desde lo local, de aquello que nos reune y nos da unidad y sentido de comunidad. Desde ese espacio es donde las dinámicas de las conversaciones profesionales en torno al turismo que, como actividad socioproductiva, necesitamos es posible. Desde otro ámbito externo, cualquier avance para construir el sentido de una visión compartida sobre el turismo, carecería de impacto.