Compartir no nos hace ilegales

Hace días vengo pensando el tema del compartir y sobre cómo en países de la vieja Europa (visto desde nuestra América), se observa un movimiento en ebullición en torno al derecho a compartir frente al derecho a incautar que nos ha impuesto la falsa idea-fuerza de que las ideas hay que protegerlas de algo como la piratería, manifiesta a través de su divulgación.

Quizás me equivoque, pero creo que los volúmenes de bits y de productos digitales (discos, y libros fundamentalmente) compartidos y las herramientas jurídicas con que cuentan los monopolios de los medios de distribución de esos productos culturales digitales son los elementos de mayor peso en la emergencia de ese movimiento que señalo como rebelándose contra el cánon de la explotación cultural que supone que unos tengan el derecho a determinar cómo y cuándo cada cual adquiere, comparte, divulga y regala cualquiera de los productos digitales antedichos. En otras palabras, creo estar convencida de que mientras nuestros países no estén en el ojo (político o económico) de los intereses de las corporaciones distribuidoras de estos productos no ocurrirá un movimiento de rebelión de similares características. Parece que mientras el narcotráfico siga siendo más apetecible estaremos a salvo. Lo cual, en el fondo, nos deja más vulnerables y más al descubierto pues como sociedad no parecemos estar previendo las condiciones futuras que deben ocurrir en nuestros espacios para que el conocimiento y su divulgación se revaloricen y se conviertan en elemento indisoluble de aquello que llamamos bien público.

Como decía antes, existe una idea-fuerza difundida desde hace muchos años que nos dice que las ideas, las creaciones sociales deben ser protegidas de que sean robadas o pirateadas por gente mala y sin escrúpulos que saca provecho de ello. Contra a esta idea ya hace más de una década que se escuchan voces que buscan reivindicar para todos el derecho a compartir cuanto queramos. Sin embargo todavía existen algunas mentiras y autoconvencimientos piadosos entre nosotros.

La campaña “Si eres legal, comparte” nos cuenta entre otras cosas algunas de esas mentiras y busca darle un impulso educativo y formativo a la idea de que compartir debe ser más que un pecado, una forma de vida. Si compartes eres legal, es el anverso de la campaña que viene muy al hilo de otra camapaña singular y muy particular que busca la dimisión del Ministro de Cultura del Gobierno de España, y que vengo siguiendo desde hace días.

molinapirate” es el nombre de la campaña que busca que el Ministro dimita, luego de que un grupo de activistas -muy bien formados en derechos ciudadanos por cierto- conociera el contenido de parte de la política pública en cultura en España para el año 2009.  La política a aplicar por ese Ministerio durante el año 2009 conlleva una reducción (tácita pero también implícita) en los logros alcanzados en cuanto a derechos digitales, pero también comporta una importante carga negativa con respecto al valor de compartir. Adicionalmente durante el 2010, España será presidente de la Unión Europea lo cual puede significar una posible expansión de esta política a más países de la unión. Sobre la posición del Ministerio de Cultura sobre lo que llaman piratería, hay más detalles aquí, y también sobre una campaña que busca difundir ideas equivocadas sobre el hecho de compartir.

La campaña molinapirate se ha venido haciendo operativa en primer lugar, a través de un simple acto: incorporar frases alusivas a la dimisión del Ministro Carlos Molina, a través de firmas de e-mails, frases en consultas a instancias de gobierno electrónico y a través de cualquier medio que permita hacer ruido. Pero, además, se persigue la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual vigente en España para eliminar cualquier traza de limitación a las libertades y derechos digitales.

En segundo lugar, han lanzado un concurso en el popular (y adictivo) sistema de microbloging Twitter. El concurso consiste en enviar a la cuenta de twitter @molinapirate slogan de dimisión para el Ministro. La promesa es que los mejores slogan serán parte de una película a difundir via P2P.

Si alguien puede pensar que esto no tiene que ver con su patio trasero (según el principio NIMBY), que piense que nuestro sistema educativo está inundado de libros de la editorial SANTILLANA que además de imprecisos muestran ideas inoperantes en nuestra sociedad (la que construimos), o que saque cuentas del porcentaje de música, revistas y libros que nos llega directamente desde España.

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