Entrevista con Luis Rull de Mecus en torno a la expansión profesional y educación, al software libre, y al conocimiento libre en nuestras sociedades.
Presentación: Me llamo Luis Rull y soy licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Antes de ser empresario estuve vinculado 5 años al mundo académico en las Universidades de Essex, Olavide y Granada. Mi trabajo giró en torno a las Redes de acción política y a nuevas metodologías en Análisis de Redes Sociales. Posteriormente fui consultor free-lance en temas de comunicación interna y mejora de procesos en empresas e instituciones.
Creé, junto a un equipo de Valencia (España) Blogestudio, una empresa de desarrollo de blogs. Dos años después me independicé y fundé en Sevilla Mecus, en la que junto a mi socio Raven ayudamos a empresas y profesionales a aplicar las nuevas tecnologías a sus procesos, principalmente en comunicación (interna y externa) y a mejora de procesos, utilizando principalmente WordPress, un software libre de blogs que se ha convertido en uno de los gestores de contenidos más versátiles, potentes y exitosos del mundo
L.C.: Para muchos, hay una disociación más evidente en algunas áreas que en otras, entre el quehacer académico-universitario y las necesidades de la sociedad. Quizás prueba de ello es que hay una aparente separación p.e., entre las llamadas “Ciencias duras” de las llamadas “ciencias blandas”, ¿cómo alguien de formación universitaria no-técnica (por llamarlo de algún modo) se aventura y decide iniciar un emprendimiento en un área tradicionalmente reservada a quienes han adquirido un conocimiento técnico específico (informático)?
L.R.: La función de las aplicaciones y la técnica de las mismas están íntimamente relacionadas, pero muchas veces se necesita una mente no técnica para ir más allá de lo que se está haciendo. Los equipos que combinan miembros que saben cómo funciona una tecnología con miembros que inventan para qué puede servir son muy potentes. Pueden generar, en mi experiencia, una muy sólida cultura de innovación.
A veces una rutina de trabajo genera esquemas fijos sobre lo que se puede hacer y enfoques que son réplica de otros que pueden haber dejado de funcionar. Por otro lado, siempre es necesario que en una empresa haya tareas (comerciales, financieras, …) que a un especialista técnico, por ejemplo, un programador, no le gustan. Hace falta equipos integrados, y una mente que sólo piensa en funciones o características de un producto y no en cómo funciona la maquinaria que hay detrás, puede empujar un producto más allá: se es más atrevido cuando se es ignorante.
L.C.: Totalmente de acuerdo con lo que muestras, en términos de cuánto se beneficia una iniciativa (o empresa) de la disposición de equipos multidisciplinarios, pero ¿cuáles crees que son los procesos que deben operar en un individuo con formación universitaria “no-técnica” para que considere entre sus posibilidades de ejercicio y expansión profesional el asumir una actividad por cuenta propia y, además, en un área que está “tradicionalmente” reservada a conocimientos exclusivamente técnicos (en este caso informáticos)?
L.R.: Aparte de los roles tradicionales de una empresa (comercialización, recursos humanos, financieros, comunicación,….), una persona no técnica puede aportar mucho en el diseño de características de productos y la gestión de clientes. Hay que tener la mente de un cliente y su lenguaje. Saber qué es lo que necesita y trasmitirle en términos que entiende la información necesaria es algo que un no-técnico puede hacer. Y a veces es bueno que lo haga puesto que así una organización puede ser más flexible. No creo que mi experiencia sea generalizable, pero equipos integrados de esta forma pueden funcionar muy bien.
L.C.: Crees en que una actitud de “hacker” puede ayudar a cualquier estudiante universitario o profesional en formación a explorar campos no tradicionales para su crecimiento personal y profesional? (aqui la idea de hacker esta en la línea de la búsqueda por desvelar cajas negras o la cultura de la busqueda de preguntas y respuestas.)
L.R.: Depende de lo que se entienda por “hacker”. Ser hacker es una cosa y ser cracker es otra. Si hablamos de crackers como rompedores de códigos para cometer delitos o para hacer daño por el mero placer de hacer daño, pues no, no ayudan. Esa actitud crea jugadores de ventaja que siempre quieren tomar “un atajo”. Crea, en muchas ocasiones, actores de un sistema que no crean valor, que dedican sus esfuerzos a proyectos que no generan riqueza ni aportan nada nuevo, gentes que se dedican a crear escasez de forma artificial a su alrededor y a aprovecharse de ello. Los crackers siempre han ensuciado el buen nombre de los hackers.
Si hablamos de personas que buscan en las tecnologías que usan algo más de lo “oficial”, algo más de su función principal, creo que sí. Intentar llevar más allá de lo establecido, el ansia de abrir “cajas negras” para ver cómo funciona algo y el placer adaptarlo a nuevas aplicaciones son actitudes y aptitudes puede ser de gran ayuda para un profesional de nuestro tiempo. Esa actitud da versatilidad, rapidez de ejecución y una capacidad de innovación que todos aquellos que siguen los raíles marcados nunca tendrán (tendremos ;))
Es una distinción que, para ese término, no siempre se tiene. Hay que matizar siempre. David de Ugarte (deugarte.com) me enseñó a profundizar en ella y a verla como un proceso de maduración de un movimiento social.
L.C.: Y, ¿crees que las universidades (hablando en términos generales y en términos de sus esquemas de enseñanza formal) fomentan la cultura de búqueda y revelación de “cajas Negras”?
L.R.: En las que yo he estado (españolas y europeas) no. Puntualmente hay profesores que lo hacen a título individual y casi nunca para el conjunto de sus estudiantes. Por un lado, parece imposible que una institución quiera fomentar un modo radicalmente abierto de pensar (otra cosa es “formalmente” abierto), y por otro, no es posible, por definición, obligar a un alumno a pensar de forma diferente: la gran creatividad se puede fomentar, pero nunca crear.
Se puede cultivar, pero no sembrar. La semilla ya debe estar plantada. He visto a muchos profesores chocarse contra alumnos que no querían (ni podían) aprender a pensar de otra forma, al menos en esa asignatura. No se puede esperar que todos los alumnos tengan la mente abierta para tíi Hay que dejar algunos para los profesores de la clase siguente, aunque hay alumnos que no quieren eso y nunca lo querrán. Es una lástima pero ocurre.
L.C.: Pero tener la “mente abierta” es, además de una ventana de oportunidad, una suerte de actitud, no crees?
L.R.: Por supuesto. es de las cosas más valiosas. Pero lo profesores “sesentayochistas” se olvidaron de que hay que convencer, que no basta con decir: “aquí estoy, segid mi senda” y que no todos lo quieren tener como gurús. Aunque sólo sea por lo demás posibles “gurues” de su claustro, hay que saber que no todos pueden ser Sócrates y nunca para todos los alumnos.
L.C.: La idea del conocimiento libre implica que hay una suerte de conocimiento secuestrado.. y, además, ese secuestro ocurre quizás también porque hay quien se cree que “tiene” conocimiento y en función de ello debe ser “seguido” y porque hay alguien (algunos) que cree(n) que es necesario buscar a quien seguir.
L.R.: Pero muchos de los que quieren enseñar actitudes críticas en realidad lo que acaban haciendo es enseñar otro grupo de dogmas, distintos (realmente o en apariencia) a los establecidos. Otra cosa muy distinta es la cerrazón que una división discreccional y abitraria de las disciplinas académicas suele traer. La interdisciplinariedad real del Análisis de Redes Sociales me enseñó eso.
L.C.: Luis, si pensamos que, como sociedad, debemos buscar una suerte de liberación del conocimiento (el “conocimiento libre”) porque está “incautado” fundamentalmente a través de estructuras y procesos sociales, y si pensamos que debemos aspirar a equipos multidisciplinarios en empresas e iniciativas socioeconómicas, ¿en qué medida crees que esta idea del conocimiento libre puede vincularse con la del software libre más allá de lo técnico?
L.R.: Desde mi punto de vista el gran argumento es puramente pragmático: es más fácil y barato desarrollar cosas nuevas. Al igual que la cienca se basa, teóricamente, en compartir conocimiento y subirse en hombros de gigantes, el conocimiento abierto permite un crecimiento del mismo mayor, puesto que eliges que los demás conozcan las bases y puedan aportar su visión. En términos de software libre, hay productos cuyos desarrollos a base de plugins permiten crear cosas nuevas en muy poco tiempo y con poco esfuerzo. La experiencia que tenemos en mecus.es con WordPress no puede ser mejor: es fácil adaptar desarrollos de terceros y es extraordinariamente gratificante que tu trabajo acabe en código de los desarrollos de otros.
Hay otros argumentos válidos, probablemente de raiz más ética, pero este primero es más fácil de entender y más difícil de refutar.
L.C.: Leía el otro día tu post sobre cómo argumentar a un cliente las ventajas del uso de software libre en sus implementaciones, dónde crees que radica las principales resistencias en los clientes para aceptar el uso de aplicaciones desarrolladas por otros y que las aplicaciones desarrolladas para ellos estén, a su vez, disponibles a terceros?
L.R.: Mi experiencia es que los principales miedos provienen de supuestos riesgos de seguridad. De alguna manera se ha colado en la mente de muchos que un código abierto permite a los malos entrar más facilmente, cuando en la mayoría de los casos es justamente lo contrario. Una segunda razón es algo más realista y proviene de los miedos a la falta de soporte y desarrollo en el futuro, que a su vez proviene de la identificación de que el software libre no puede tener fundamentos empresariales sólidos. Si demuestras a los clientes que hay una industria, un ecosistema sólido que te respaladará en el futuro, tienes mucho ganado. Esto puede ser un hobby, una distracción o una cruzada para muchos, pero para muchos otros es un negocio sólido y de calidad, que responderá brillantemente a los requerimientos y necesidades futuros.
Saber que terceros podrán mejorar el desarrollo y que ellos podrán beneficiarse de forma gratuita de ese trabajo es lo que más les sorpende cuando argumento mi postura.
L.C.: Has notado resistencias a que los códigos/aplicaciones/mashups que se hayan implementado para una empresa estén a disposición, por ejemplo, de la competencia?
L.R.: No, en mi caso no. La razón principal es que el valor añadido de los proyectos que hemos emprendido estaba en la idea del cliente o en la parte de la ejecución que depende de él. Nosotros hacemos realidad lo que el cliente necesita y lo innovador no es, en sí, la ejecución técnica del código, si no tener la idea de ese producto, hacerla llegar a su vez a sus clientes, y llenarla de contenido, que son cosas que sólo ellos pueden hacer. En muchas ocasiones nosotros ayudamos a germinar esas ideas: esos son momentos mágicos en los que uno disfruta mucho.
Pondré un ejemplo: si un nuevo formato le funciona muy bien a un medio de comunicación, son los periodistas que hay detrás los que lo alimentan. Si yo he creado la plataforma con una combinación de herramientas que antes no se habían dado, la competencia siempre podrá desarrollarla, pero irá un paso atrás, no tendrá a esos generadores de contenidos y tendrá más dificultades para avanzar. Y no hay que olvidar que esto también pasa con software privativo: siempre puede crearse una plataforma que replique esas características, pero nunca podrá hacerlo tan bien como el pionero ni aprovecharse de su experiencia.
L.C.: Luis, queremos agradecer el tiempo cedido a esta entrevista. Ya para cerrar, nos gustaría retomar aquello de lo que hablabas antes sobre argumentos, quizas, de tipo ético, válidos para justificar la vinculación del software libre con el conocimiento libre. Como sabrás, en América del Sur hay una demanda creciente de establecer marcos normativos que regulen el uso del software libre en las administraciones públicas y los gobiernos, y también para hacer del software libre una suerte de pauta transversal en las implementaciones de gobierno electrónico… por otro lado, también hay una creciente demanda acerca de la necesidad de hacer del conocimiento un bien público y que, por tanto, ocupe la función social que, muchos aseveramos, ha sido usurpada y minusvalorada a través de años de negación de acceso a conocimientos a las masas. ¿En este contexto, cómo ves tu al papel del conocimiento libre frente a los desafíos socio-políticos de latinoamérica?
L.R.: Mi paso por el mundo académico me enseñó a ser cauto con las predicciones y los consejos, sobre todo respecto a América del Sur, sobre la que sé lo suficiente para darme cuenta de que no conozco apenas nada. Lo que sí creo importante es que se puede aprender de los errores ajenos y que entrar en el segundo ciclo de desarrollo de un fenómeno puede ahorrarte algunos dolores de cabeza y dinero.
El monopolio del conocimiento que algunos sectores tienen no será fácil de destruir, pero no es imposible.
Usando el mismo esquema que señalé antes, hay un argumento pragmático y uno ético, y creo que ambos hay que usarlos en función del público al que esté dirigidos. En primer lugar, el pragmático: abrir el conocimiento puede generar riqueza de forma más fácil que cerrándolo. Hay chicos en latinoamérica que, con poco apoyo y herramientas que tengan, pueden crear cosas con alto valor, multiplicando varias veces la productividad de sectores tradicionales. El segundo argumento tiene que ver con la igualdad de oportunidades, con el derecho que tenemos a demostrar de lo que somos capaces sin que otros nos limiten.
Por otro lado, veo imprescindible que los escasos recursos públicos no sean secuestrados por actores con intereses oscuros o contrarios al bien común.
Por último, en términos sociopolíticos, la apertura del conocimiento debe ser entendida como emancipación de los individuos de las servidumbres y de las manipulaciones. Creo que es imprescindible la organización, no de la sociedad civil, sino de las sociedades civiles, las agrupaciones de individuos para desarrollar proyectos e identidades comunes al margen de las arcaicas estructuras impuestas. Dar conocimiento no es sólo dar poder para hacer cosas, sino dar poder para definirse a sí mismo sin tener que seguir las definiciones que otros nos imponen.
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Saludo amigo, soy estudiante del Doctorado en Ciencias del Desarrollo Estratégico, Mención Dominio Tecnológico : mi tema es “Utilidad de las políticas de las TICs como mecanismo para impulsar las misiones educativas: Robinson, Ribas y Sucre en Maracaibo”. Las TICs en una parte pareciera estar secuestrado en las misiones a pesar del esfuerzo que el Gobierno Nacional hace en materia de tecnología y en especial a través de la Misión Ciencia. Mi interás es la democratización de las TICs como bien común.