No hay debate posible sobre si la tecnología es o no es neutral, ni sobre si es o no es política. Y no hay debate no por negar la posibilidad de expresarse y demás que a cada uno le asiste, sino porque salvo que creamos en que la tecnología es algo sobrehumano no es posible que algo hecho por el ser humano no le asista intención cualquiera. Por cierto, es interesante este tema porque pensar que la tecnología es sobrehumana es asumir un esquema de pensamiento medieval que legitimaba la acción de los representantes de “Dios” en la tierra por estar tocados por Dios. Por extensión, todas las acciones de los que fuera afectos a estos representantes, estaban también legitimadas de igual forma.
Aquí no cabe, tampoco, debatir sobre el que la intencionalidad del ser humano sobre la tecnología se evidencia en el plano de su USO, porque aunque la comprensión utilitarista sobre la tecnología es una perspectiva muy socorrida para su explicación, lo cierto es que la utilidad de la tecnología es un elemento cuya definición se corresponde con el proceso de su creación y no de modo exclusivo con el proceso de su utilización posterior.
Por otro lado, todo lo hecho por el ser humano, en tanto que ser social, está correspondido con un referente político y social que le
son inherentes y directos. De forma que, en mi opinión, asumir que cualquier acción humana, especialmente técnica, está deslindada de una condición política es una postura arrogante y temeraria. Porque ver la tecnología sin intencionalidad humana alguna es pensar que es algo menos que “magia” y creer que el técnico/a que la domina es Dios. Y, por otro lado, pensar que la intencionalidad humana no opera con criterios políticos es, cuando menos, ser ingenuos. Hago un inciso para explicitar lo que a estas alturas debe ser evidente: cuando hablo de política, criterios políticos e intencionalidad social, no estoy refiriéndome EN NINGUN CASO a preferencias políticas. sin embargo, está absolutamente claro, que generalmente las preferencias políticas se enmarcan en ideologías políticas y que estas últimas observan el hecho político y el social desde perspectivas diferentes entre si.
En el fondo, el modo de pensar que opera con criterios de “neutralidad” e “inocencia” sobre elementos y constructos humanos no es culpa nuestra. Apenas es una evidencia somera del impacto tremendo que un modo de contemplar la educación y el aprendizaje bancarios nos ha hecho. La educación nos dice que el conocimiento esta compartimentado y separado. Nos empuja a adquirir destrezas y desarrollar experticias en áreas de éste. También opera así el conocimiento técnico, de forma que se tiene la ilusión,cuanto más abstraído de la realidad esté,es mas puro y “mejor” será. En este pensamiento, si la realidad es un contexto político, mucho mejor si la técnica y su dominio están abstraidos de este.
Pero no nos engañemos. Tras el empeño del discurso dominante por abstraer la técnica y lo técnico de su referente social y político directos, se esconde la necesidad de ese discurso por crear un sustrato que pueda soportar su perpetuación. Y ese sustrato no es otro que el de la ausencia de cuestionamiento por el papel que la tecnología tiene en la supervivencia de la especie humana.
La tecnología no es un hecho fragmentado. Por tanto no podemos decir que es neutral si es software pero no lo es si son transgénicos. La tecnología definitivamente NO es neutral. Pensar lo contrario es entrar en la puerta falsa de la tecnología como magia y el técnico como Dios.
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